La cartuja de Vall de Crist
estuvo vigente durante seis siglos y fue uno de los centros eclesiásticos y de
más contundencia histórica que alberga la Comunidad Valenciana. Mientras estuvo
en pie diversos papas la visitaron, se celebraron grandes encuentros de índole
eclesiástica y su control abarcaba numerosas propiedades como villas, fábricas,
masías, terrenos y viviendas dispersas por todo el reino de Valencia.
La cartuja de Vall de Crist
situada en la Villa de Altura fue
fundada por el entonces infante Don Martín de Aragón, que luego reinaría como Martín
el Humano, en 1385. Cuenta la leyenda que estando el Infante Don Martín
(el Humano) durmiendo la siesta, vio en sueños cómo bajaba Cristo desde el
cielo para juzgar a los mortales y en su presencia se manifestaban todas las
señales que han de preceder al Juicio Final en el Valle de Josafat: se conmovió
la tierra... Así que, queriendo fundar Don Martín un monasterio cartujo y
acordándose de esta visión, decidió encomendar la búsqueda de un lugar entre
sus tierras que se pareciese al Valle de Josafat. En aquellos días se
encontraba por allí un peregrino que había venido de dicho Valle; éste, junto a
otros señores de la Corte, algunas personalidades del mundo religioso y Don
Martín, tras visitar varios puntos de la región, encontraron el lugar en el que
ahora está fundada la Cartuja, una hoya que ciñe Altura, ya que el viajero le
había dicho al Infante que "en todo
lo visto no hallaba puesto que se pareciese más al Valle de Josafat".
La importancia de la cartuja se puede deducir
por los personajes que moraron en ella como Bonifacio
Ferrer, que llegó a ser prior mayor, San Ignacio de Loyola o el
antipapa Benedicto XIII (el papa Luna), así como las
importantes decisiones que en ella se tomaron.
En 1386 se colocó la primera piedra de la iglesia de San Martín que es uno
de los escasos edificios que aún se conservan y se comenzó la construcción del claustro. En
el año 1397, Benedicto XIII, el papa Luna, morador ocasional del monasterio, le
anexionó la Rectoría de la iglesia parroquial de Castellón, pese a las
protestas de los clérigos y vecinos ésta. En 1399 se inició en la cartuja de
Val de Crist la construcción del claustro mayor, también en estilo gótico, como
los anteriores. Y la construcción de la iglesia Mayor, terminados ambos en
1428.
En los primeros siglos de la
Cartuja, la principal actividad fue la ganadería. Las veredas, hoy
prácticamente perdidas, tuvieron una gran importancia para la trashumancia, ya
que conectaban las tierras altas de Teruel con los valles del Palancia y del
Turia. Confluían en la Torrecilla, lugar estratégico donde se han localizado
diversos yacimientos que demuestran su uso ya en épocas prehistóricas. La
cartuja de Vall de Crist adquirió durante este siglo un gran poder, al recibir
el diezmo de las poblaciones cercanas y al poseer innumerables viviendas en
pueblos dispersos por toda la zona Valenciana, desde Altura, Segorbe, Jérica,
la propia Valencia, entre otras.
En 1525, en una Historia
de Portaceli, aparece la fecha exacta
de la expulsión de los moriscos de Altura por parte
de Vall de Crist: «Se hicieron muchos al
monte, que juntos con los de Segorbe i Vall de Cristo, hasta quatro mil se
retiraron a la Sierra de Espadán, de donde hazían surtidas para robar...».
Ese mismo año el prior Marqués se hace eco en su libro de la expulsión de 1525:
«Lo monestir llança los moros del raval y
poblá de chritians». Éste acto supuso el fin a la morería de Altura.
Diseminadas por las poblaciones serranas permanecieron estas familias moras,
hasta su definitiva expulsión en el año 1609.
La historia contemporánea de
la Cartuja se ve alterada por sucesivos abandonos y regresos, el primer
abandono se produjo en 1706 durante la guerra de sucesión, ante el temor de las
represalias que pudiera tomar contra ellos Felipe de Borbón, tras la marcha a
Valencia, dado que el prior José Tomás Ferrer había prestado obediencia al
archiduque Carlos, los monjes abandonaron la Cartuja volviendo pasado
aproximadamente medio año después. Un nuevo abandono se produjo entre 1808 y
1815 tras la invasión de las tropas napoleónicas, regresando a la cartuja con
la Restauración de Fernando VII. En la actualidad y debido a la desamortización
de Mendizábal, que provocó el abandono de la cartuja, se encuentra en estado de
ruinas conservándose apenas la iglesia de San Martín y la iglesia Mayor, de la
cual se pueden ver los tres lienzos de la portada y los laterales.
En el 2003 se funda la «Asociación Cultural Cartuja Vall de
Crist» desde este momento se ha invertido gran cantidad de capital en la
recuperación de la hospedería, así como todo el entorno que formaba parte de
particulares.